Museos Vaticanos

El cofre, de la típica forma oval alargada, se caracteriza por una gran tapa combada decorada con una cruz enjoyada, a cuyos lados se disponen figuras angélicas en actitud adorante, con la dextra Dei en el hemisferio derecho, tendida desde lo alto en acto de bendecir, y una paloma volando en el cuadrante opuesto, que lleva en el pico la corona del martirio. En el lado derecho de la caja, el busto de Cristo y los de dos Apóstoles grabados en medallones simbólicos alternados, subseguidos rítmicamente por una palma; los de Pedro y Pablo, de igual conformación, repiten la misma alineación en la decoración del lado opuesto. Por último, otros dos medallones con análogas representaciones, trabajados a su vez con la técnica del repujado, en los dos extremos de la caja. La pieza, que según los expertos se remonta a la época del emperador Heraclio (610-641), tuvo con toda probabilidad la función de píxide eucarística, aunque se supone también que fuese utilizada como relicario de una partícula de la Santa Cruz, de la que se conocen ejemplares similares, entre los cuales la célebre Capsella africana, que también se conserva en los Museos Vaticanos, hallada en Ain Zirara (Numidia), a fines del s. XIX y fechada alrededor del s. V.