Juicio Universal

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Juicio Universal
Juicio Universal

Si frente al Juicio Universal quedamos deslumbrados ante el esplendor y susto, admirando por una parte los cuerpos glorificados y, por la otra, aquellos sometidos a la condena eterna, comprendemos también que toda la visión está profundamente impregnada de una sola luz y de una sola lógica artística: la luz y la lógica de la fe que la Iglesia proclama al confesar: Creo en un solo Dios... creador del cielo y de la tierra, de todas las cosas visibles e invisibles (de la Homilía pronunciada por el Santo Padre Juan Pablo II el 8 de abril de 1994).

La grandiosa composición realizada por Miguel Ángel entre 1536 y 1541 se concentra en torno a la figura dominante del Cristo, representado en el instante que precede a la emisión del veredicto del Juicio (Mateos 25,31-46). Su gesto, imperioso y sereno, parece al mismo tiempo llamar la atención y calmar la agitación circundante: esto pone en marcha un amplio y lento movimiento rotatorio en el que se ven involucradas todas las figuras. Quedan fuera de éste los dos lunetos de arriba, con grupos de ángeles que llevan en vuelo los símbolos de la Pasión (a la izquierda, la Cruz, los dados y la corona de espinas; a la derecha, la columna de la Flagelación, la escalera y la lanza con la esponja empapada en vinagre). Al lado de Cristo se halla la Virgen, que tuerce la cabeza en un gesto de resignación: en efecto, ella ya no puede intervenir en la decisión, sino sólo esperar el resultado del Juicio. Incluso los Santos y los Elegidos, colocados alrededor de las dos figuras de la Madre y del Hijo, esperan con ansiedad el veredicto. Algunos de ellos se pueden reconocer con facilidad: San Pedro con las dos llaves, San Lorenzo con la parrilla, San Bartolomé con su propia piel en la que se suele identificar el autorretrato de Miguel Ángel, Santa Catalina de Alejandría con la rueda dentada, San Sebastián de rodillas con las flechas en la mano. En la franja de abajo, en el centro, los ángeles del Apocalipsis despiertan a los muertos al son de sus largas trompetas; a la izquierda, los resucitados que suben hacia el cielo recomponen sus cuerpos (Resurrección de la carne); a la derecha, ángeles y demonios compiten para precipitar a los condenados en el infierno. Por último, abajo, Caronte a golpes de remo, junto con los demonios, hace bajar a los condenados de su barca para conducirlos ante el juez infernal Minos, con el cuerpo envuelto por los anillos de la serpiente. En esta parte es evidente la referencia al Infierno de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Junto con los elogios, el Juicio suscitó entre sus contemporáneos reacciones violentas, como por ejemplo la del Maestro de Ceremonias Biagio da Cesena, quien dijo que "era cosa muy deshonesta en un lugar tan honorable haber realizado tantos desnudos que deshonestamente muestran sus vergüenzas y que no era obra de Capilla del Papa, sino de termas y hosterías" (G. Vasari, Vidas). Las polémicas, que continuaron durante años, hicieron que la Congregación del Concilio de Trento en 1564 tomase la decisión de hacer cubrir algunas de las figuras del Juicio consideradas "obscenas". El encargo de pintar elementos de cobertura, las llamadas "bragas", fue dado a Daniel de Volterra, desde entonces conocido como el "braghettone" (Pone-Bragas). Las "bragas" de Daniel fueron sólo las primeras: en efecto, otras se añadieron en los siglos sucesivos.