Lucio Fontana, Madonna

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Lucio Fontana, Madonna
Lucio Fontana, Madonna
Sala 14. Sala Matisse

La monumental Madonna, única presencia extraña en la Sala Matisse, es fruto de un encargo del Sacerdote Luigi Verzé a Lucio Fontana a mediados de los años 50. En una carta al artista Verzé la imagina como «un bloque macizo de piedra que emerge de la tierra como una nube, en la cual el rostro inspire claramente la presencia materna». Fontana hace un bosquejo en yeso de aproximadamente 130 cm de altura, muy similar como composición a la obra final: un volumen sólido, macizo, dotado de un extraordinario dinamismo. Don Verzé lo aprueba y Fontana procede a su realización. La complejidad de los “confines” de la figura requiere un trabajo minucioso, que llevan a cabo marmolistas de Vicenza con la colaboración y la supervisión de Fontana, para el montaje de los bloques que la componen y, en particular, para los acabados de las manos y los pliegues del vestido. Hasta 1973 la escultura se encontraba en el patio de la Obra Don Calabria (Cimiano, Milán), que la donó a los Museos Vaticanos.