Kengiro Azuma, Croce

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Kenjirō Azuma, Croce
Kenjirō Azuma, Croce
Sala 32. La ilusión del bronce

En 1968 Azuma recibe de los Frailes Capuchinos de Sión, el encargo de realizar una Cruz. La obra está destinada al convento de la ciudad suiza, que cuenta con obras de otros artistas como Alberto Burri y Antoni Tàpies. Educado en la doctrina Zen, el artista japonés, medita largamente sobre el tema de la Cruz: vive durante un período con los frailes, para penetrar más a fondo en su espiritualidad y al cabo de un año aproximadamente del encargo lleva a cabo tres modelos, que sin embargo son rechazados. En 1971 Pablo VI, al tener noticia del trabajo de Azuma, le pide que funda en bronce para la naciente Colección de Arte Religioso Moderno el primero de los tres bocetos, más cercano a la tradición cristiana. Una obra que combina monumentalidad, esencialidad formal y atención a los detalles: la superficie metálica imita el tosco carácter matérico de la madera, evocada por la presencia de flores y la trama vertical.