Sala 32. La ilusión del bronce

En esta sala dos obras distantes entre ellas tanto cronológicamente como en la génesis y las intenciones de los artistas que las crearon: la Croce de 1968-1969 del japonés Kenjirō Azuma y Sorgente de 2011 de Mimmo Paladino. Ambas realizadas en bronce, demuestran la extrema ductilidad de esta materia desde la antigüedad al servicio del arte en la creación de grandes obras maestras: en la monumental cruz la pericia técnica de Azuma transforma la piel del bronce en una superficie lignaria, mostrando las canaladuras, los nudos, las imperfecciones de las grandes vigas clavadas para crucificar a Cristo; mientras que Paladino lo utiliza para mimar la vitalidad de una rama sutil que brota como una fuente arbórea de una superficie dorada, sobre la cual está ligeramente esculpido el rostro de un hombre.