Museos Vaticanos

«Sentado sobre las piernas firmemente abiertas mientras se desnuda maquinalmente para una ceremonia de iniciación, su rostro no sigue el acto físico; al contrario, mirando hacia adelante, bajo el velo formado por la tela, está claramente absorto en la contemplación de otra cosa; del acto místico que está a punto de cumplirse, de la nueva vida que se presenta ante sí». El periodista Carlo Scarfoglio describe de este modo Neofita en el catálogo de la primera exposición personal de Mirko, organizada en 1936 en Roma. Obra juvenil y testimonio explícito de su inclinación por una ejecución plástica sinóptica y de gran eficacia, el bronce, que ingresó en la Colección en 1980, enlaza con un filón iconográfico en boga en aquellos años, especialmente entre los artistas de la Escuela Romana, por la implícita referencia a ambientes mágicos y ambiguos, cónsonos al espíritu de ese grupo de artistas.