Sala 7. Marino Marini

Hacia mediados de los años 30, Marino Marini comienza a dedicarse al tema que se convertirá en signo inconfundible y constante de su escultura: el hombre a caballo. El preciosísimo núcleo mariniano, que ingresan en las colecciones vaticanas gracias a varias donaciones, la más importante de su mujer Marina en 1989, pone de relieve la progresiva metamorfosis a la que el artista somete el sujeto tanto esculpido como pintado, a lo largo de los años: del Cavaliere en madera (1936-1937) al Cavaliere (1953) y L’idea del cavaliere (1955), del Grido (1962) al Miracolo (1971), versiones éstas ya cercanas a la abstracción, a las pinturas Cavallo rosso (1953), Grido y La caduta dell’Angelo (ambos de 1963). Pertenecen en cambio al ámbito sagrado las cartas juveniles, el pequeño Crocifisso broncíneo (1936), el bajorrelieve Crocifissione (1939-1945) e implícitamente el Giocoliere (1946).