Museos Vaticanos

Durante los años del segundo conflicto mundial crece en Otto Dix un interés especial por la representación de temas sagrados y, en particular, de episodios de la vida de Cristo y la Virgen. Kreuztragung se sitúa en esta fase de marcado misticismo: en contraste con su propensión anterior por un lenguaje rudo y de impacto visual violento, el artista ahora prefiere un registro expresivo más mitigado. Atenúa los tonos y construye imágenes más agradables, como sucede en esta escena concentrada alrededor de la minuta figura de Santa Verónica, que se distingue por el delicado cromatismo rosado del vestido. Aunque muta la entonación general, Dix conserva su objetivo de condena moral respecto a las injusticias sociales, delegando a la mímica de los rostros el papel de voz narrativa.