Museos Vaticanos

 “Sagrado a los dioses Manes. El niño Torquatianus, buen hijo, siempre obediente a sus padres, vivió ocho años, nueve meses y trece días; igual que el otro niño Laetianus, también él buen hijo y obediente a sus padres, vivió cinco años, seis meses y seis días. Los padres Gaianus y Eucharis dedicaron (la tumba) a sus dulcísimos hijos aunque no merecedores de esto de vuestra parte”, hijos “que acusaron la misma enfermedad el 11 de septiembre (y) de los cuales uno vivió hasta el 21 de septiembre y el otro hasta el 29 del mismo mes”. Así reza este epitafio, conmovedor y denso de humanidad, porque está dictado por el afecto que los padres, de condición servil, nutrían por sus dos “retoños” unidos por un trágico fin en tierna edad. El texto se señala no sólo por la singularidad del estilo y del contenido, sino también por la forma de los caracteres, típicos de la escritura cursiva usada en las tablillas de cera.