Lápida con epitafio en verso
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Lápida con epitafio en verso
No elige una inscripción sepulcral común quien entierra a la pequeña Constantia (¿sus padres?), sino un epitafio en verso, con las típicas fórmulas sepulcrales sustituidas por frases elegantes y conmovedoras. Quien “habla” es el sepulcro, que proporciona la edad de la difunta no con vixit annis VI “vivió 6 años”, sino con ter binas hiemes ... peregit “transcurrió tres dobles inviernos”, unida a la expresión festina luce “con luz veloz, efímera” alusiva a la fugacidad de la vida. Describe después la imagen de la joven que “buscando para sí esta morada para la eternidad” (hanc in aeterno sibi sedem ... quaerens) y llegando aquí (huc veniens), es decir al placido “tranquilo” sepulcro, a éste encomienda sus “tiernos restos” (pia membra). El concepto de la tumba como “casa eterna” destinada al cuerpo (contrapuesta a la casa donde se vive en vida), de uso pagano, fue heredado por los cristianos; sin embargo, después se abandonó porque contrastaba con la idea de la resurrección.