Museos Vaticanos

La lápida sellaba la tumba del pequeño Siddi (Siddinus?), fallecido cuando contaba menos de cinco meses, el 11 de abril del año 431, y enterrado en el cementerio de Comodilla, en la vía Ostiense. Cubre casi toda la losa una “cruz monogramática” (es decir, compuesta con las primeras letras del nombre griego de Cristo, chi y rho), rodeada por una corona de laurel y con una paloma a cada lado, mientras que el epitafio —desordenado y lleno de errores— se encuentra relegado en los espacios residuales en la parte inferior. Las “letras apocalípticas” (alfa y omega, primera y última del alfabeto griego, referidas a Cristo “principio y fin” del mundo de Ap 22,13) penden de los brazos de la cruz en orden inverso, lo que significa que el fin terreno es preludio del inicio de una nueva vida: el pequeño difunto, en efecto, según refiere el epitafio, al término de su brevísima experiencia en el mundo, fue “llamado en paz”: esta expresión inusual traduce evidentemente la confianza de que el “niño inocente” descansase en la paz de Cristo.