Lapidario Cristiano

Lapidario Cristiano

La colección del Lapidario Cristiano, que cuenta con más de dos mil inscripciones, debe su montaje al arqueólogo Giovanni Battista de Rossi (1822-1894), que en 1854, bajo el Papa Pío IX, compartió con su maestro, el jesuita Giuseppe Marchi (1795-1860), el nacimiento de la colección paleocristiana, expuesta por aquel entonces en el Palacio Apostólico en San Juan de Letrán. En ella confluyeron, además de numerosos ejemplares de las colecciones ya existentes en el Vaticano, inscripciones provenientes de iglesias, conventos urbanos y de las excavaciones en las catacumbas romanas. Se trata principalmente de inscripciones funerarias grabadas en soportes marmóreos, aunque no faltan diferentes tipologías, incluidas, por ejemplo, algunas inscripciones pintadas sobre mármol o ladrillo, o bien impresas mediante sellos (signacula) sobre la arcilla cruda de ladrillos y recipientes. La colección, que se trasladó al Vaticano en 1963, fue montada por Enrico Josi e inaugurada en 1974, respetando la disposición en paredes que ya había adoptado De Rossi, subdividida en tres clases: inscripciones históricas, relativas a los monumentos públicos y los edificios de culto, incluidos los epígrafes poéticos denominados “damasianos” por el Papa Dámaso que los dictó (366-384), y las fechadas; inscripciones dogmáticas, es decir, con referencias a los contenidos de la fe, pero también a los distintos aspectos de la jerarquía, la sociedad y la familia cristiana; inscripciones combinadas con símbolos y figuras, distribuidas entre representaciones que aluden a significados religiosos e iconografías vinculadas al mundo de los oficios y la realidad cotidiana. Siguen epitafios seleccionados para ejemplificar el uso de expresiones interesantes y originales y, por último, algunos grupos topográficos de cementerio más relevantes. De toda la colección actualmente sólo se expone al público una parte de las inscripciones dogmáticas y de las fechadas, junto con los epitafios de Abercio y Cirino, vigiladas —idealmente— por el busto en bronce de De Rossi en la rotonda que se asoma al mosaico de las Termas de Caracalla.