Estatua antropomorfa del dios Apis

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Estatua antropomorfa del dios Apis
Estatua antropomorfa del dios Apis
Estatua antropomorfa del dios Apis
Estatua antropomorfa del dios Apis
Sala V. Estatuario

La estatua representa al dios Apis con cuerpo humano y taurocéfalo. El dios, al que le faltan los brazos, la parte inferior del cuerpo y las patas, probablemente estaba representado de pie con el brazo derecho tendido hacia delante sujetando el cetro was, símbolo de poder, conservado en la parte superior, y el brazo izquierdo extendido a lo largo del costado. Entre los cuernos hay un disco solar, mientras que en el cuello lleva delicadamente grabado un collar de varios hilados.
El toro Apis era una de las divinidades más importantes del antiguo Egipto, cuyo culto se remonta a los primeros períodos dinásticos. Su principal lugar de veneración era Menfis, donde se le relacionaba con el dios Ptah, de quien era imagen viva y manifestación de su “alma gloriosa”.
Existía un único toro Apis sagrado en la tierra como hipóstasis del dios Ptah, nacido de una vaca virgen que se unió al dios Ptah, y vivía dentro de su templo. Se reconocía por algunas manchas blancas y, como narra el historiador griego Herodoto, se le mataba a los 25 años de edad y, a su muerte, los sacerdotes iban por todo el país en búsqueda de la nueva encarnación divina. El toro Apis muerto se unía al dios Osiris en la forma Osiris-Apis (el Serapis de Edad helenística), se enterraba en Saqqara, en el llamado Serapeum, dentro de un gigantesco sarcófago en piedra, embalsamado y acompañado por un rico ajuar fúnebre.
La teología del toro Apis se articula en torno a un ciclo que encierra un doble significado: por un lado Apis personifica la fuerza del faraón, capaz de gobernar el cosmos, por otro, se convierte en símbolo del renacimiento de Osiris.
La estatua de Apis del Vaticano probablemente proviene del Canopo de Villa Adriana, aunque no se sabe con certeza si la obra llegó a Italia en la antigüedad o en el siglo XVIII. En 1779 los Museos Vaticanos la compraron a Francesco Piranesi, hijo de Giovanni Battista, el célebre grabador que poseía una de las colecciones de antigüedades de más renombre del siglo XVIII. Inicialmente situada en la Galería de los Candelabros, fue expuesta más tarde en el nuevo Museo Gregoriano Egipcio.