Incensario

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Incensario
Incensario
Sala VI. La Colección Carlo Grassi

En el ritual la ofrenda de incienso formaba parte de las “purificaciones” y con frecuencia se asociaba a las libaciones de agua. La costumbre de quemar incienso —resina de terebinto en la mayor parte de los casos, o bien de olíbano, mirra o estoraque— a veces obedecía a motivaciones prácticas, ya que el sagrario en el que residía la estatua del dios dentro del templo era cerrado, sin posibilidad de cambio de aire; por tanto, se hacía necesario purificar el ambiente.
Esta tipología de incensario, “en forma de brazo de Horus”, se compone de una larga asa en forma de tallo de papiro —símbolo de prosperidad y renacimiento—, y acaba con la cabeza de halcón del dios Horus en uno de los extremos. Encima del “brazo” hay una pequeña figura del faraón arrodillado —idealmente frente a la divinidad a la que dirigía la ofrenda—, que apoya las manos sobre una cubeta, en forma de cartela, en la que se ponía el incienso de reserva. El polvo de incienso, en cambio, se quemaba en un vasito colocado sobre una mano abierta, con la que termina el “brazo de Horus”. Se ha conservado también la pequeña pala con la que se ponía el incienso en el vasito.
Este ejemplar presenta una breve inscripción en demótico, en parte ilegible a causa del desgaste, situada entre el extremo en forma de cabeza de halcón y la cubeta central para el incienso, recurre dos veces el nombre de Imhotep, que podría ser tanto el nombre del dedicante como el de la divinidad a la que iba dirigida la ofrenda, a identificar con el arquitecto Imhotep que proyectó la pirámide de Djeser en Saqqara. La presencia de este nombre, según la hipótesis de los estudiosos, vincularía el objeto a un preciso contexto geográfico, es decir Saqqara, o más en general, a la zona de Menfis, en la cual el culto de Imhotep resultaba particularmente difundido en Edad grecorromana.