Sala VI. La Colección Carlo Grassi

La sala reúne parte de la colección de los bronces de Carlo Grassi, que la viuda Nedda Grassi donó al papa Pío XII.
Carlo Grassi, un rico empresario que se trasladó muy joven a El Cairo, se hizo rico dedicándose a la exportación de tabaco, y sucesivamente al sector inmobiliario y al sector de la navegación. Acumuló en pocos años una notable fortuna, que le permitió crear una colección de antigüedades y pinturas del siglo XIX primero y del siglo XX después, gracias a su amistad con Giacomo Balla. De este extraordinario tesoro se habría beneficiado el único hijo, Igino, si no se hubiese marchado a la guerra como voluntario, hallando la muerte en la batalla de el-Alamein.
Al quedarse viuda, Nedda Mieli Grassi, decidió perpetuar la memoria del marido y del hijo, donando el material arqueológico de la colección de familia a los Museos Vaticanos en 1951, mientras que las pinturas, junto con los objetos de arte oriental, fueron donados en 1956 al ayuntamiento de Milán.
Una inscripción en el muro, sobre la puerta de la sala, recuerda la inauguración de este ambiente, un tiempo dedicado exclusivamente a la Colección Grassi. El hecho de que se trate de bronces de tan excelente manifactura y elegidos esmeradamente no debe sorprender, ya que Grassi adoraba rodearse de egiptólogos y arqueólogos, y a menudo los invitaba a su casa, que se había convertido en un lugar de encuentro para estudiosos e intelectuales de ese época.