Salas VII y VIII. Orfebrería etrusca y romana

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Sala VII
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Sala VIII
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En estas dos salas se exponen objetos de ornamento personal en oro realizados, con gran habilidad técnica y de diseño, por los orfebres etruscos a lo largo de las varias épocas. El visitante se ve atraído por una extraordinaria colección de orfebrería etrusca, que de las realizaciones exclusivas más complejas del período de influencia oriental y la época arcaica (desde el s. VII a inicios del s. V a.C.) llega hasta ejemplares más representativos de edad clásica y helenística (s. V-I a.C.). Concluye la sección una serie de obras de orfebrería romana imperial del s. I a.C. al II d.C. S e pueden admirar fíbulas, espiralillas, pasadores para trenzas, pendientes, collares, coronas, anillos, además de objetos de ámbar, marfil y piedras preciosas.
En el mundo antiguo las joyas etruscas eran apreciadas no tanto porque utilizaban el oro (en realidad muy parco), sino por las sofisticadas técnicas con las que realizaban objetos únicos e irrepetibles todavía hoy, compuestos por centenares y a veces miles de pequeñas partes, cuyos detalles se revelan ahora en toda su complejidad sólo al microscopio, un instrumento obviamente desconocido antiguamente.
Las principales técnicas eran la filigrana y la granulación; esta última se basaba en la producción de esferas minúsculas hasta lograr dimensiones infinitesimales (polvillo) que pegaban sobre la superficie de la joya mediante microsoldaduras, a fin de crear dibujos o motivos. Se recurría, asimismo, a la fusión, el labrado de láminas, el uso de moldes, punzones y cincel; mientras que los hilos se obtenían torciendo tiritas minúsculas de oro.