Museos Vaticanos

Esta simple silla de manos, enteramente revestida de tejido carmesí y pasamanerías, estaba entra las que se usaban bajo el pontificado del Papa Pío XI.
En septiembre de 1962, cuando el Papa Juan XXIII tuvo los primeros síntomas de la enfermedad que se revelará fatal, se restableció el uso de esta silla de manos para el transporte del Pontífice desde el Palacio Apostólico a la Sala de los Ornamentos.
Cada vez más enfermo a causa del avance del cáncer en el estómago, Juan XXIII sufría mucho al caminar o simplemente al estar de pie. A pesar de esto, el 7 de marzo de 1963, en medio del asombro general, concedió una audiencia a Rada Kruscheva, hija del Presidente de la Unión Soviética, Nikita Kruschev. Una visita importante, esa, porque el Pontífice pudo confirmar una vez más su deseo y la necesidad de mantener la paz en el mundo. Un deseo que había expresado también el 10 de septiembre de 1961, cuando, en plena guerra fría, evitó un enfrentamiento entre las fuerzas armadas de Rusia y los Estados Unidos de América.