Disputa de Santa Catalina de Alejandría

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Disputa de Santa Catalina de Alejandría
Disputa de Santa Catalina de Alejandría
Sala de los Santos

Merece una mención especial la suntuosa composición la Disputa de Santa Catalina de Alejandría, dominada por un monumental arco triunfal modelado sobre el de Constantino, coronado por un ídolo taurino alusivo al elemento heráldico del Papa Borja, al cual remite también la inscripción “PACIS CULTORI”, que alaba su papel de portador de paz y justicia.
La noble joven cristiana, habitante de Alejandría, al negarse a cumplir con la obligación de ofrecer sacrificios a los dioses paganos como se imponía a los súbditos durante los grandes festejos por la llegada de Maximino Daya, nombrado en el año 305 gobernador de Egipto y Siria, fue convocada ante cincuenta sabios de la corte para forzarla a la obediencia. Sin embargo, en virtud de su elocuencia, la disputa se concluyó en favor de la joven Catalina, quien logró confutar la vanidad del politeísmo con tanta erudición que convirtió a todos los filósofos a su propia doctrina, provocando su condena a muerte de parte del gobernador, furioso y al mismo tiempo fascinado hasta tal punto que la quiso por esposa. Al revelarse vano cualquier otro intento de conversión y frente al enésimo rechazo de Catalina, el gobernador extendió también a ella la condena a muerte, con la tortura de la rueda dentada. La joven salió milagrosamente ilesa, pero después fue decapitada.
Las celebradas dotes de decorador de Pinturicchio se expresan al máximo en esta escena que, como un retrato de la vida de la corte, presenta una multitud de personajes lujosamente vestidos, en los que se ha querido —no siempre con razón— reconocer retratos de ilustres personajes contemporáneos: Catalina-Lucrecia Borja; Maximino Daya-César Borja; hombre con el turbante blanco-Djem (hermano del sultán Bajazet II, rehén del Papa y amigo de César Borja); Pinturicchio y Giuliano da Sangallo con el compás (detrás del trono).