Museos Vaticanos

En el cuerpo de esta ánfora está representada una agitada escena de combate —Yolao, Atenea, Hércules, Cicno (caído), Ares, la madre de Cicno, Fobos y un demonio alado (¿Iris?)— también interpretada como gigantomaquia por la segura identificación de Atenea y Hércules. En el cuello se repiten dos esfinges adosadas.
Forma parte del gran grupo de vasos etruscos atribuidos al Pintor de Micali, una figura convencional llamada así en honor del erudito del s. XIX Giuseppe Micali, que fue el primero en publicar una nutrita serie. El ánfora constituye uno de los pocos ejemplos con tema mitológico en el que se aventura este pintor etrusco, que se muestra muy distante de la técnica y del rigor de los maestros áticos contemporáneos suyos, aunque influyen en su obra. Las anatomías son a menudo sumarias, las figuras desproporcionadas, los gestos marcados, los espacios contraídos, con figuras que parece que sobresalgan y que a veces se tocan y se superponen. El esgrafiado, que se empleaba para los contornos y los detalles internos, se detiene en el efecto ornamental; rápidas pinceladas fluidas imprimen una cierta vitalidad y dinamismo a las figuras. Esta personalidad multiforme, con su estilo original y viveza, domina el panorama del arte etrusco tardo-arcaico.