El Papa abre los Jardines de Castelgandolfo
El Papa abre los Jardines de Castelgandolfo

El Papa abre los Jardines de Castelgandolfo

1 de marzo de 2014
Villas Pontificias de Castelgandolfo

Desde el 1 de marzo de 2014 peregrinos y turistas pueden cruzar el umbral de las Villas Pontificias de Castelgandolfo para visitar el exclusivo Jardín Barberini. Los visitantes, a través de una visita guiada plurilingüe, tendrán acceso a las maravillas botánicas y arquitectónicas de la residencia pontificia conocida como "el segundo Vaticano".

 

¿Quién no ha deseado recorrer, al menos una vez en la vida, los Jardines del Papa? Ese lugar magnífico y secreto que se asoma al lago de Castelgandolfo y donde el esplendor del arte y la gloria de la naturaleza conviven en admirable equilibrio. Hacía falta un hombre como el Papa Francisco para que ese sueño se convirtiese en realidad y fuese accesible para todos. Suya es la decisión de abrir sus Jardines a quienquiera que desee visitarlos.

Desde el 1 de marzo de 2014, mediante un sistema —que aquí ilustramos detalladamente— de reservas y visitas guiadas plurilingües, los Jardines papales de Castelgandolfo están habitualmente abiertos al público. Se comenzará por el Jardín Barberini, el más accesible y también el menos conocido. Quien entre en la villa que perteneció a los Barberini para pasar después a la Santa Sede con el concordato de 1929, podrá admirar contextos tanto naturales como arqueológicos extraordinariamente sugestivos: el Jardín de la Magnolia, la avenida de las Rosas, la avenida de las Hierbas aromáticas o la de los Ninfeos, la Explanada de las encinas o el Jardín del Belvedere. En el área de la Villa Barberini surgía, con vistas al lago, la Villa del Emperador Domiciano y el visitante podrá pasear entre las ruinas del Teatro imperial o descubrir el criptopórtico, restos grandiosos y románticos, dignos de un capricho de Piranesi. Al asomarse a la Plaza Cuadrada o a los Jardines del Belvedere la mirada abarcará toda la región de Lacio, hasta la línea azul del mar.

¡El Papa Francisco no podía hacer un regalo más hermoso!

 

Antonio Paolucci