Museos Vaticanos

Héracles, con la piel del león nemeo, arco y clava, navega dentro de un enorme déinos. Lamen el vaso aguas encrespadas donde nadan peces y pulpos. Es la representación pintoresca del viaje de Héracles más allá del Océano a bordo de la copa de oro que le presta Helios, después de que el héroe le apuntara con su arco, en Eriteia, una isla que la tradición antigua situaba en Cádiz, en la desembocadura del río Guadalquivir. En la isla se enfrentará al monstruo de tres cuerpos Gerión, su pastor Eurition y el perro Ortros, para conquistar las manadas de bueyes y llevarlas a Tirinto (uno de los trabajos, el décimo, que Euristeo le había impuesto). Envuelta en el aura del mito, se percibe aquí una sugestiva evocación de los arriesgados e inciertos viajes hacia el extremo occidente emprendidos por las gentes helénicas, al límite de las tierras conocidas en el mundo antiguo.
En el exterior se repite en ambos lados, con pocas variantes, el duelo entre Aquiles y Héctor en presencia de Apolo y Atenea [cfr. Hidria del internacionaltor de Eucharides].
La kýlix es cercana a la manera de Douris.