Sala de la Inmaculada

Sala de la Inmaculada

Tras la proclamación del dogma de la Inmaculada Concepción de parte de Pío IX, que tuvo lugar el 8 de diciembre de 1854, el Pontífice decide celebrar el acontecimiento con un ciclo de frescos.
Elige la gran sala adyacente a las Estancias de Rafael y el encargo se encomienda a Francesco Podesti (1800-1895), un pintor anconitano arraigado en el panorama artístico y académico romano. El artista, junto con su equipo de maestranzas, trabaja en la empresa desde 1856 a 1865, proyectándola y siguiendo su realización en todas sus partes: las puertas y los portalones lignarios de las ventanas y los mármoles taraceados, así como la realización del mosaico romano proveniente de Ostia antigua, comprado expresamente para ese ambiente.
La decoración pictórica se lleva a cabo comenzando por la bóveda, con escenas alegóricas que aluden a las virtudes de la Virgen; sigue por la pared norte, con el homenaje de los continentes a la Iglesia en el trono; después por la pared oeste, en la que se encuentra la Discusión del dogma, donde Podesti da prueba de su habilidad de retratista en los personajes reunidos para discutir el tema sagrado; culmina en la pared sur, que alberga la escena principal, o sea la Proclamación del dogma, ambientada en la Basílica de San Pedro; y se concluye en la pared este, con la Coronación de la Imagen de María, el evento que siguió a la Proclamación y que tuvo lugar en San Pedro. Podesti, que estaba presente, introduce aquí su propio autorretrato.