"Extra omnes!"
"Extra omnes!"

"Extra omnes!"

28 de febrero de 2013
Capilla Sixtina

La Capilla Sixtina albergará, por 25ª vez, uno de los ritos más secretos y cargados de misterio del mundo: el Cónclave. En efecto, son veinticuatro los cónclaves que se han sucedido en esta capilla que, a pesar de los enormes flujos diarios de visitantes y peregrinos, sigue siendo una capilla papal, lugar identitario de la Iglesia romano-católica.

Desde las 20:00 h. del 28 de febrero de 2013, fecha de inicio de la Apostolica Sede Vacans, un equipo de 40 personas estará listo para entrar y realizar en la Capilla Sixtina la "fotocopia" de los anteriores Cónclaves, donde todo deberá permanecer inmutable como hace siglos, reproduciendo hasta los mínimos detalles —gracias a una rica documentación fotográfica— la milenaria tradición.

Dirige el equipo el ingeniero Paolo Sagretti, responsable de la Florería de la Ciudad del Vaticano, un papel que, entre los encargos de confianza, prevé la coordinación de la preparación logística de las audiencias, las ceremonias pontificias y la disposición del mobiliario para el Cónclave. En la Capilla Sixtina —que en 1996 se convirtió en sede oficial del Cónclave con la Constitución Apostólica "Universi Dominici Gregis" de Juan Pablo II— se dispondrán 115 sillas de cerezo, marcadas con el nombre y apellido de cada Cardenal elector, y doce mesas de madera en bruto cubiertas con una tela beige y satén burdeos: seis en el lado derecho y seis en el izquierdo, dispuestas en dos filas de distinto nivel. Delante del altar, bajo el Juicio Universal, una mesa para la urna de madera en bruto, donde se recogerán las papeletas con los votos, y un facistol con el Evangelio sobre el cual los Purpurados prestarán juramento.

Los Cardenales no caminarán sobre el pavimento, sino sobre una estructura plana de madera cubierta con una tela beige, de 50-60 centímetros de alto respecto al suelo y en línea con el segundo peldaño del altar. Asimismo, pronto estarán listas la bolsa de terciopelo para retirar las papeletas y las tarjetas con los nombres de los Cardenales, que indican su puesto. A cada Cardenal se le dará una pluma, una carpeta roja para apoyarse al escribir y una papeleta por escrutinio.

Como es tradición desde 1939, con el Cónclave que eligió al Papa Pío XII, más allá de la verja marmórea, se colocará la célebre estufa (dos estructuras semejantes conectadas) que se empleará para quemar las papeletas y de cuya chimenea saldrá la "fumata".

Los resultados de las votaciones, en efecto, serán visibles por el color de las fumatas que salgan de la chimenea instalada en la cubierta de la Capilla Sixtina: fumata negra en los casos en que no se haya alcanzado la mayoría, fumata blanca para la elección del nuevo Sumo Pontífice.

La estufa, de hierro fundido, de forma cilíndrica ahusada, de cerca de 1 metro de altura y 0.45 metros de diámetro medio, está dotada de una portezuela inferior para encender la llama, con válvula manual de regulación del tiro y de una portezuela superior para introducir los documentos que hay que quemar. En la tapa superior de la estufa están grabadas, con punzón, las fechas de elección al Solio Pontificio y los nombres de los últimos seis Pontífices. Las fumatas negras se obtendrán quemando las papeletas; la fumata blanca quemando las papeletas junto con paja húmeda. En el Cónclave de 2005 se utilizó por primera vez un aparato auxiliar con sustancias fumígenas para incrementar la visibilidad de las fumatas. Para mejorar el tiro, la chimenea se calienta con anterioridad, mediante resistencias eléctricas, y está dotada de un ventilador que se puede usar en caso de necesidad.

Los ritos del Cónclave para la elección del sucesor de Benedicto XVI comenzarán en la Basílica de San Pedro, con la misa solemne "Pro eligendo Pontifice", al término de la cual todos los Cardenales electores se dirigirán a la Capilla Sixtina para el inicio del Cónclave propiamente dicho. 

El Maestro de las Celebraciones litúrgicas pontificias, Monseñor Guido Marini, pronunciará el "extra omnes", "todos fuera". Las reglas de las votaciones y del desarrollo general del Cónclave se encuentran todas en la Constitución apostólica "Universi Dominici Gregis", que publicó en 1996 Juan Pablo II y que Benedicto XVI actualizó con el Motu Proprio del 11 de junio de 2007, y con el más reciente del 22 de febrero de 2013.

Para elegir al Papa será necesaria una mayoría cualificada de dos tercios de los Cardenales electores. Por tanto, ya no valdrá la hipótesis de la mayoría simple de la mitad más uno de los electores. Después de la 33ª o 34ª votación, en cualquier caso, se pasará directamente, y obligatoriamente, a la segunda vuelta entre los dos Cardenales que hayan recibido el mayor número de votos en el último escrutinio. Sin embargo, también en este caso, será necesaria una mayoría de dos tercios. Los dos Cardenales por los cuales se vota no podrán participar activamente en la votación. Si los votos por un candidato alcanzan los dos tercios de los votantes, la elección del Pontífice es canónicamente válida.

En ese momento, el último del Orden de los Cardenales diáconos llama al Maestro de las Celebraciones litúrgicas y al Secretario del Colegio Cardenalicio. El decano o el vicedecano, o bien, el primer Cardenal de los Cardenales obispos se dirige al Elegido diciendo: "Acceptasne electionem de te canonice factam in Summum Pontificem?" (¿Aceptas tu elección canónica a Sumo Pontífice?) y, tras la respuesta afirmativa, añade: "Quo nomine vis vocari?" (¿Cómo quieres ser llamado?), pregunta a la cual el recién Elegido contestará con el nombre pontifical.

Después de la aceptación se queman las papeletas, de modo que desde la plaza de San Pedro se pueda ver la clásica fumata blanca. Al término del Cónclave el nuevo Pontífice se retira a la "sala de las lágrimas", o sea a la sacristía de la Capilla Sixtina, para vestir por primera vez los paramentos papales con los cuales se presentará en público desde la Logia de las Bendiciones de la Basílica de San Pedro. El nombre de ese lugar deriva del hecho que —se supone— el Pontífice se echa a llorar por la conmoción y el peso de la responsabilidad del papel que está llamado a desempeñar. Tradicionalmente, en la sacristía hay paramentos papales de tres tallas distintas, que pueden adaptarse aproximadamente a la talla del nuevo Elegido. Después de la oración por el nuevo Pontífice y la reverencia de los Cardenales se entona el "Te Deum", que marca el fin del Cónclave. El Cardenal protodiácono es quien se asoma a la logia central de la Basílica de San Pedro para dar el anuncio de la elección y pronunciar el "Habemus papam". Después, el nuevo Pontífice, precedido por la cruz procesional, imparte la solemne bendición "Urbi et Orbi".