“L’irrefrenabile curiosità”
Capolavori del Novecento della Collezione di Leone Piccioni
Salas de la Torre Borgia, Museos Vaticanos
A partir del 14 de noviembre, los Museos Vaticanos reciben al público con la exposición "L’irrefrenabile curiosità. Capolavori del Novecento della Collezione di Leone Piccioni" (“La curiosidad irrefrenable”. Maestros del siglo XX de la Colección Leone Piccioni) comisariada por Micol Forti, Responsable de la Colección de Arte Moderno y Contemporáneo. La muestra reúne un conjunto de obras maestras procedentes de la extraordinaria colección del intelectual católico Leone Piccioni (Turín, 1925 – Roma, 2018), donada en 2024 por sus hijos, Gloria y Giovanni, a los Museos del Papa.
La exposición es, al mismo tiempo, un homenaje en el centenario de su nacimiento y un tributo al gesto de generosidad con el que los hijos han querido compartir con la colectividad el valioso patrimonio reunido por su padre.
Escritor, crítico literario y de arte, académico, periodista, director y vicedirector general de la RAI, Leone Piccioni solía definir su colección —compuesta por pinturas, esculturas, dibujos y grabados de los grandes maestros del Novecento italiano— como «mi orgullo, mi patrimonio». El arte contemporáneo ocupó siempre un lugar central en su vida, alimentado por encuentros, amistades e intercambios intelectuales que nutrieron su reflexión crítica y dieron forma, con el paso de los años, a un conjunto de obras de extraordinaria calidad, custodiado en su casa romana junto a una biblioteca inmensa. Una figura clave en su trayectoria fue Giuseppe Ungaretti, maestro y amigo fraternal, con quien Piccioni se licenció en Roma en 1948. Gracias al poeta, entró en contacto directo con algunas de las voces más representativas del siglo XX: Burri, Morandi, Guttuso, Carrà, Fautrier, Dorazio, todos ellos presentes en la exposición con obras emblemáticas que reflejan el gusto refinado y personal del coleccionista.
Cada espacio expositivo narra un aspecto de la génesis de esta colección: la importancia de los encuentros humanos, la vitalidad de los cenáculos culturales frecuentados por Piccioni, la sensibilidad estética que guio sus elecciones, nunca previsibles.

